I
Las palabras fueron avispas y las calles como dunas, yo aún te espero llegar. Llega trabajosamente el Mercedes Benz a este pueblo que, como tantos otros, es partido en dos por la carretera que zigzaguea en rumbos tan lejanos como el pasado; ésta es a su vez camino principal, ventana al mundo, salida y única entrada de caballeros sin princesas ni castillo, como yo. Es difícil imaginar que este monstruo de metal, motor y ruedas, decrépito y cansado llegó de Europa hace tanto, y terminó aquí, entre peces mágicos, gastadas fuentes verdes de obsidiana, música de pequeñas plazas, misas de medio día, paseos aburridos en familia y maltratadas estatuas de héroes olvidados. Olvidados, como este oasis del tiempo, perdidos todos en la espina dorsal del universo, donde el hoy, el ayer y el mañana se confunden y diluyen; son uno y miles, se repiten día a día pero nunca vuelven.