-Creo que ahora tendré que pedir permiso para morir un poco.
Con permiso, ¿eh? No tardo, gracias...-
Eso fue lo último que le escuche decir antes del ya acostumbrado concierto de ronquidos... unos instantes después decidí hundirme en su mirada, pero fue en vano. Entonces me hundí en el pensamiento. Supe que ya solo podría pensarlo. El había decidido escapar, no solo un poco, realmente se estaba dejando ir.
-He imaginado que terminaré cuidando tu cuerpo de la descomposición.-
...Al principio fue fácil, su calor duró poco pero fue suficiente para entender que se desvanecía, bueno, y también se inflaba, se brotaron sus ojos, sus venas, parecía una bomba de tiempo que en cualquier momento estallaría. No me equivoque. Tardó poco para que sus fluidos inscribieran una obra de arte en el desván. Debo admitir que le faltaba vida, “al desván”. Decidí no limpiar, su colorido reflujo cambiaría progresivamente como un holograma, y era una buena alternativa a falta de cable de televisión.