Rojos del ayer
I
He dejado de pensarte con aquélla intensa humedad
cuando por la noche
nuestras miradas se encontraron
y se rozaron ya en la distancia.
Aquélla misma noche
en la que absorto tú contemplabas
los rosados encajes en mi escote
que apenas se asomaban en las trasparencias de un vestido
dos horas después
el piso de madera en mi casa se convertía en escenario perfecto
de la danza emitida por nuestros cuerpos
en su única función
entre empuje y empuje
tus dedos, la sangre y las vigas en mi espalda
grabaron evocaciones a un recuerdo
que hasta hoy se hace presente
Rojos del ayer
II
Creo que era necesario sentirte lejano,
ausente, perdido
para transfigurar así lo que quedaba
de nuestra pasión a odio
de ese amor que se convirtió en masoquismo,
de pretexto a brío en los ojos
de razón a justificación
para seguir estando juntos
amor doliente ardiente
contraproducente arrítmico
humillante vacío
tan lleno de odio
amor que necesitaba de flagelos
de gritos y cansancio,
pa´ sacarse del absurdo
de ese hastío
rutina y pasividad
aforrándose aquí
y al más allá
llegando petrificarse en un para siempre.
ahora solo somos
esa sensación que se tiene al despertar
cuando los sueños
dejan su ausencia estelar
Rojos del ayer-rojo ahora
Camino entre calles que día con día
se tiñen de rojos sonoros
emocionales
transicionales
rojos que cubren
hasta mis sueños
y no precisamente
de vibraciones pasionales
rojos violentos
imprimiéndose en los diarios
exhibiéndose en la tele
rondando en los juegos infantiles
haciendo ecos
y huecos
en los discursos
de mi entorno
parecieran ya lejanas
aquéllas tardes de verdes-a-su-lado-s
salpicadas de risas tímidas
una tarde en la Alameda
cuando entre chicharrones y algodones
corría de extremo a extremo
del kiosco a Bellas Artes
dos vueltas y viceversa
no recuerdo haber visto
cabezas cortadas
ni cuerpos pendiendo de madrugada
debajo de un puente de tránsito rápido
no hubo encobijados,
ni mucho menos levantados
el miedo no estaba tan presente
como para reconocerlo en las miradas
corrupción, mentira, traición
ola creciente que arrastra
a nuestro México de hoy
muertos, muertas y muerte cuya apeste nos traspasa
pareciera tan fácil
tomar la muerte y encerrarla
en una cifra tan cualquiera
que luego de ser expulsada morirá en el olvido.
Rosamaría Bolom
Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla
Semblanza
Poeta mexicana nacida en 1977. Mujer, psicóloga, pintora, grabadora, poeta, escultura de sueños en papel. Exploradora de barrios, orillas, esquinas, callejones y baldosas lo mismo en el D.F, Guaymas, Sonora que en Helsinki, Finlandia entre cactus, bosques y milpas bordadas de multicolor.