ISSN- 2007-5758

InicioPodcastDe brechas, pobrezas y apropiaciones. Juventud, Sectores Populares y TIC en la Argentina

De brechas, pobrezas y apropiaciones. Juventud, Sectores Populares y TIC en la Argentina

1

Sebastián Benítez Larghi, Carolina Aguerre, Marina Calamari, Ariel Fontecoba, Marina Moguillansky, Jimena Ponce de León*

 

El artículo problematiza diferentes conceptos usualmente utilizados en el abordaje del vínculo entre Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) y los sectores populares a partir de una investigación dedicada al estudio de la experiencia juvenil con la computadora e Internet en diferentes espacios de acceso público a las TIC situados en contextos de pobreza urbana en Argentina. Se recuperan nociones como la de brecha digital, pobreza digital y apropiación, al tiempo en que se indagan las estrategias que los sectores populares desarrollan para suplir las deficiencias sufridas en términos de acceso a equipamiento, conexión y competencias, y se reconstruyen las prácticas y significados otorgados a las TIC en la vida cotidiana de las y los jóvenes. A partir de los resultados del trabajo de campo de esta investigación y del análisis conceptual se alerta sobre la extrapolación acrítica de la difundida metáfora de “nativos digitales” a estas complejas realidades locales.

 

Based on a research dedicated to assess the impact of public access to computers and Internet on urban poor youth in Argentina, this paper discusses those concepts that are commonly used in Poverty and ICT studies. Notions such as Digital Divide, Digital Poverty and Appropriation are analyzed as well as the strategies used by these groups to with ICT to compensate for their lack of access to equipment, connectivity and competencies. Youth practices and meanings attached to these technologies in their daily life are recovered in the work. Following this theoretical analysis and with the fieldwork results of the research the work addresses the problems surrounding a-critical extrapolations of the “digital natives” metaphor in such complex local realities.

 

Distintos conceptos han sido utilizados para abordar el vínculo entre las TIC y los sectores populares en el marco de los profundos procesos de desigualdad social. Nociones como las de brecha y pobreza digital así como la de apropiación enfocan esta problemática desde distintas perspectivas. En el presente artículo nos proponemos discutir éstos conceptos a partir de una investigación realizada sobre el impacto del acceso público a las TIC en jóvenes de sectores populares urbanos en Argentina.

Con la expansión de Internet, el concepto brecha digital se transformó rápidamente en un tema de política pública, foco de debate académico e incluso de acciones colectivas. A diferencia de otras tecnologías que la precedieron, como la radio y la TV, Internet se posicionó rápidamente como el medio privilegiado para formar parte de la sociedad del conocimiento. En el discurso público, pero también en los ámbitos más especializados, se ha vuelto un dato indiscutible la necesidad de la conexión a Internet como vía de acceso a la sociedad del conocimiento.  Los primeros estudios sobre el tema de la brecha digital se centraron fundamentalmente en las diferencias en el acceso a la tecnología por parte de diversos grupos sociales. En los siguientes pares: ricos/pobres, residentes urbanos/rurales, hombres/mujeres, blancos/negros, jóvenes/ancianos, el segundo lugar de cada binomio lo ocupan los grupos tradicionalmente más desfavorecidos. En diversos estudios sobre el tema (Urresti, 2008; Di Maggio, Hargittai, 2001 y 2003; Van Dijk, 2006; Mariscal, 2007) pobres, campesinos, mujeres, grupos étnicos no caucásicos —en “occidente”— y la tercera edad, configuran el mapa de los sectores con más dificultades para acceder y usar las TIC.

El mundo de la desigualdad informática no puede explicarse sólo a partir de la división entre quienes tienen acceso a las nuevas tecnologías y entre quienes no lo tienen, el problema es más complejo. La denominada brecha digital está múltiplemente conformada y segmentada por inequidades de diferente tipo, como bien lo ha demostrado Castells (2001: 275-299), ésta no sólo se construye a partir de las diferencias socioeconómicas, sino también de las étnicas, generacionales, de género, y de capital cultural (Winocur, 2007: 211).

Más recientemente, Castells (2009) postula que la brecha digital “morirá con las viejas generaciones”, en la medida que los jóvenes han adoptado a las tecnologías en su vida cotidiana. Sin embargo, esta afirmación no parece sustentarse en evidencia proveniente de países en vías de desarrollo, e incluso es muy debatible desde algunas fuentes europeas, que arrojan datos muy desiguales entre distintos países de esa región, pero además con diferencias notables entre los centros urbanos más importantes y las zonas rurales o las ciudades de menor tamaño. 2 Por lo tanto, si bien la variable generacional impacta notablemente en la brecha digital, como veremos a continuación, no es posible dejar de lado otras variables como ubicación territorial, nivel de ingresos, etnia o género.

Otro aspecto a tener en cuenta con la brecha digital es que con la profundización de los trabajos sobre desigualdad digital, el acceso se transformó en un sinónimo de uso, llevando a una confusión epistemológica importante entre “oportunidad” y “elección” (Di Maggio, 2003). Mantener esta distinción analítica permite una aproximación más certera sobre los procesos de apropiación de la tecnología.  En primer lugar porque acceso —en términos de oportunidad de usar una tecnología— se corresponde con la primera etapa de los estudios sobre brecha digital, cuando las posibilidades de acceso eran muy limitadas; además porque la tendencia es que hay mayores posibilidades de acceso a la tecnología, ya sea en el hogar, en un centro de acceso público o un establecimiento educativo, que a su aprovechamiento efectivo, o la elección de uso (Di Maggio, 2003).

Basado en los hallazgos de nuestro trabajo de campo,3 el artículo reflexiona en torno a las relaciones e implicancias conceptuales relativas a las nociones de brecha digital, pobreza digital y apropiación. Para ello, a lo largo del artículo, se abordan de manera consecutiva las condiciones de acceso y la insuficiencia de oferta existentes en el contexto estudiado; la distribución desigual de las habilidades y las tácticas desarrolladas por los sectores populares para suplir estos “problemas de demanda”; y, los procesos de apropiación de las TIC por parte de los actores estudiados.  Finalmente, a modo de conclusión se alerta sobre la extrapolación acrítica de la difundida metáfora de “nativos digitales” (Prensky, 2001; Piscitelli, 2005) cuando se trata de comprender realidades locales complejas como las de los sectores populares en Latinoamérica en tanto, a pesar de ser contemporáneos con la expansión masiva de la tecnología, los datos de la investigación proponen evidencia que contrasta con esta supuesta inclusión digital por parte de los más jóvenes.

 

1. La brecha digital de primer orden y el contexto de acceso

Esta investigación analiza los usos que los jóvenes otorgan a la computadora e Internet en distintos espacios de acceso público a las TIC, sus estrategias de apropiación de la tecnología en entornos compartidos y el significado de estos usos de Internet y del espacio público en su vida cotidiana. Para ello comparamos tres tipos de acceso público diferentes, indagando la contribución de cada uno de ellos en términos del desarrollo socioeconómico de los grupos sociales estudiados. Con tal objetivo, se seleccionaron tres modelos distintos de acceso público situados en el municipio de La Matanza, un partido densamente poblado situado en la periferia de la Ciudad de Buenos Aires y con uno de los mayores índices de pobreza del país: 1) una iniciativa comunitaria autogestionada por una organización comunitaria —el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de La Matanza—; 2) un centro privado con fines comerciales o "Cibercafé"; y 3) un Centro de Educación y Acceso a la Informática (CEA) financiado por el Estado Nacional y gestionado por una organización comunitaria. De este modo, hemos conseguido cubrir las tres modalidades básicas existentes en Argentina identificadas por Maeso y Hilbert (2006). Estos Centros de Acceso Público a la Tecnología (CAPT) asumen las formas que se describen a continuación. Por un lado los privados, que financian su funcionamiento con recursos privados y que a su vez pueden subdividirse en comerciales —cuando poseen fines de lucro— y sociales. Los CAPT públicos en cambio son aquellos que “directa o indirectamente dependen del Estado por financiarse, al menos en parte, a través de fondos públicos” (Maeso, 2006: 14). En este trabajo dichas categorías se corresponden al cibercafé —CAPT privado con fines de lucro—, la sala de informática del MTD —CAPT privado con fines sociales— y CAPT público —se financia en su mayor parte con fondos públicos—. Si bien el MTD y el cibercafé se ubican en el barrio La Juanita de la localidad de Laferrere, y el CEA funciona en la localidad de González Catán a 10 Km. distante de Laferrere, los tres CAPT se enmarcan en un contexto de pobreza y marginalidad urbana que impacta de manera especial en las juventudes de sectores populares.

La discusión sobre las desigualdades en materia de acceso a la tecnología presenta diversos niveles de análisis. En una región rezagada económicamente como América Latina, históricamente los estudios sobre desigualdad digital (Maeso, 2006; Barrantes, 2007) se han concentrado en analizar las oportunidades de acceso (Di Maggio, 2003). Acuñado a fines de los años setenta, el concepto de Brecha o Divisoria Digital cobró gran auge con la explosión de las TIC en la década del noventa y continúa hasta nuestros días. Si bien existen diversas acepciones, “la más consensuada es la que define esa brecha como la distancia tecnológica entre individuos, empresas, países y áreas geográficas en sus oportunidades en el acceso a la información y a las tecnologías de la comunicación y en el uso de Internet” (Lago, 2006: 14-15). Esta definición refiere, por un lado, a las dificultades y oportunidades para el acceso material a la tecnología: redes de infraestructura, computadoras, hardware y software, conectividad, medios de comunicación, etcétera. El aspecto económico de la llamada “brecha digital”, centrada en la cuestión del acceso al equipamiento y a la conexión física, es sólo una de las dimensiones. Sin embargo, por otro lado, hay un aspecto cultural de la brecha digital donde la ausencia de ciertos capitales culturales y educativos —la llamada brecha de segundo orden— condiciona la capacidad de apropiación de las TIC. La cuestión ya no pasaría por acceder o no al equipamiento y herramientas sino en “cómo” y, sobre todo, “para qué” hacerlo –lo que sería el tercer orden de la brecha digital. En esta primera parte se aborda el caso de estudio examinando las condiciones de la brecha digital de primer orden y en secciones subsiguientes se profundiza en la brecha de segundo y tercer orden.

Para comprender esta brecha digital primaria de dificultades en el acceso a la infraestructura tecnológica se recurre a continuación a caracterizar el contexto socioeconómico que proporciona el escenario para el surgimiento y desarrollo de desigualdades, y las políticas públicas de mayor impacto que atendieron e intenta resolver este tema.

 

1.1. Situando la brecha de acceso en los jóvenes de La Matanza

La Argentina se sobrepuso a una de las peores crisis económicas, sociales y políticas de su historia (1998-2004), y muestra ahora un crecimiento sostenido de su economía al tiempo en que lentamente se va reconstruyendo su tejido social. Si bien el epicentro de la crisis se produjo en 2001, se estima que el 50% de la población vivió durante casi 10 años en condiciones de pobreza mientras que la desocupación llegó a superar el récord del 22%.4 Actualmente, el crecimiento económico y una batería de políticas inclusivas, entre las que se destaca la Asignación Universal por Hijo (AUH), han llevado al mejoramiento de los índices de empleo y a la reducción de la pobreza. El desempleo juvenil, históricamente elevado en Argentina y en la región, se redujo significativamente en la última década de acuerdo a datos oficiales. Del 35.9% en 2002 cayó al 18.9 % en 2010, un nivel que igualmente continúa siendo elevado, sobre todo en comparación con la tasa de desempleo general, que se encuentra en 7.5%.5 Sin embargo, la desigualdad se muestra más resistente, al tiempo en que la precarización laboral y el empleo informal, sumados a la inflación, representan los principales problemas sociales a ser combatidos en las zonas más vulnerables, como aquella donde se ubica nuestro objeto de estudio.

La proactividad estatal también está presente en los temas de acceso y consumo de los medios de comunicación. Desde el año 2009, el mundo de las telecomunicaciones ha estado en el centro de la escena política debido a diversas iniciativas gubernamentales tendientes a la desmonopolización del sector y a la universalización del acceso a las TIC. En este sentido, se ubican la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, el modelo de acceso “1 a 1” denominado Conectar Igualdad que proyecta proveer una netbook a todos los estudiantes de escuelas públicas secundarias, los Programas MiPC y Argentina Conectada, tendientes a garantizar el acceso de la población a las computadoras e Internet en las zonas más desfavorecidas, en tanto las estadísticas muestran allí una baja penetración de las TIC: en cuanto al acceso a PC e Internet, más allá del crecimiento sostenido y la tendencia a la masificación del acceso, un 48% de la población en Argentina nunca se conectó a Internet (SNCC, 2008: 54). Esto refleja un fenómeno desigual y diferenciado, directamente asociado a tres variables: el nivel socio-económico, la edad y la región de residencia. El acceso a Internet está sostenido por las clases altas, medias altas y medias; por los jóvenes de 12 a 34 años; y por los residentes en el AMBA (SNCC, 2005: 142).

Una vez resumido el contexto argentino general, a continuación se presentan algunos datos que ayudan a contextualizar en términos sociodemográficos y de conectividad nuestro objeto de estudio. La investigación se realizó en el partido bonaerense de La Matanza, el más habitado del área metropolitana que rodea a la ciudad de Buenos Aires, con alrededor de 1.7 millones de habitantes. A pesar que La Matanza se encuentra dentro de una “megaciudad global” (Castells, 1999), es uno de los lugares más relegados de la zona. Al respecto, no se cuenta con datos actualizados pero los de 2006 mostraban que en La Matanza un 72% de la población era pobre y había un 20% de desocupación, índices que empeoraban si se tomaba en cuenta sólo la población juvenil (UNLM, 2006). Sin embargo, es posible que estas estadísticas hayan mejorado al ritmo del crecimiento económico y de políticas sociales como las mencionadas. Más allá de esto, resulta significativo para nuestro estudio tratar con una zona marcada por décadas de empobrecimiento, desocupación estructural y exclusión social.

Un fenómeno mundial en varias sociedades occidentales, de creciente impacto en Argentina, es la de los jóvenes Nini: ni estudian, ni trabajan, así como tampoco buscan un empleo. La cantidad de niños y jóvenes del país no escolarizados en el sistema de educación secundaria asciende a 550,000. En Argentina, el 20% de los jóvenes entre 14 y 24 años —alrededor de 1.2 millones— no estudian ni trabajan.6 Aún cuando no hay datos sobre esta población específicamente en La Matanza, la población Nini de la ciudad de Buenos Aires —residentes de 13 a 19 años— era del 3.8%, una cifra que los especialistas consideran mucho más baja que el promedio nacional. 7 Por lo tanto, es esperable que esta cifra sea considerablemente mayor en La Matanza, donde los adolescentes de 15 a 19 años representan el 8.1% del total de la población del Municipio. 8

En cuanto a la difusión de las TIC en la zona estudiada, los datos del Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA, 2008) muestran que la posesión de computadoras se concentra en las zonas cercanas a la Ciudad de Buenos Aires. La localidad de Laferrere presentaba en el año 2008 una baja penetración de las TIC, con menos del 10% de hogares equipados con computadoras. Sin embargo, es importante reconocer que la evolución de las TIC es muy dinámica y los datos quedan rápidamente desactualizados. Es posible que actualmente el porcentaje de hogares con computadora sea algo mayor al que aquí se registra. 9

Los jóvenes son los consumidores más frecuentes de los cibercafés. Los usuarios que tienen hasta 25 años de edad sumaban en 2004 el 49% y los menores de 18 el 26% (Finquelievich, 2007). La tendencia al uso de los cibercafés está a la baja a partir, entre otros factores, del abaratamiento de la tecnología y los planes nacionales ya mencionados. Sin embargo, los espacios de acceso público a Internet son claves en entornos con indicadores sociales como los presentados anteriormente, ya que sin esa posibilidad los sectores más pobres no accederían a la tecnología. A pesar de que hay una tendencia a la adopción de tecnología en el hogar —computadoras con conexión a Internet y celulares— aquellos aún constituyen un espacio importante (Urresti, 2008; Finquelievich, 2007).

En un contexto de baja penetración de las TIC —recién en el año 2010 una empresa telefónica comenzó a ofrecer servicios de banda ancha accesibles— y de bajos ingresos económicos, la mayoría de los jóvenes tiene problemas de acceso a Internet, tales como la falta de recursos, equipamiento y conexión. No resulta extraño entonces que la mayor parte de los usuarios jóvenes encuentren en los cibercafés el primer y principal espacio de acceso a las TIC. Los espacios de acceso público de gestión estatal/comunitaria como el CEA, o de gestión exclusivamente comunitaria, como el del MTD, no tienen un gran impacto en términos cuantitativos pero son significativos si se consideran otras dimensiones conceptuales de la brecha digital vinculada a la adquisición de habilidades y la apropiación, que serán examinados en los siguientes apartados.

 

2. Estrategias populares y juveniles contra la pobreza digital.

El concepto de pobreza digital examina las diferencias sociales en el uso de las tecnologías desde un punto de vista multi-causal. A diferencia del concepto de brecha digital, no sólo se centra en el problema de la oferta, sino que considera a su vez los distintos tipos de restricciones de demanda. Según la definición de Roxana Barrantes:

Bajo este enfoque, el pobre digital es uno que carece, ya sea por falta de acceso —consideración de oferta—, o por falta de conocimiento de cómo se utiliza, o por falta de ingresos —consideración de la demanda—, de la información y comunicación permitidas por las tecnologías digitales. Las tecnologías serán los medios, pero al mismo tiempo su disponibilidad será el componente más visible de la demanda que puede ser estimada (2007: 7).

La pobreza digital puede asumir formas que exceden a las restricciones económicas o barreras físicas para el acceso. Las barreras generacionales y la educación aparecen como variables muy importantes.  Desde esta perspectiva, un pobre digital no es necesariamente un sinónimo de pobre económico. Algunas personas que no serían clasificadas como pobres por sus condiciones, pero que al carecer de los conocimientos mínimos indispensables para el uso de las TIC, resultarían pobres digitales.

Cuando las políticas públicas se concentran en los problemas de oferta, se busca identificar a aquellos que no cuentan con conectividad. Las barreras físicas de acceso han sido el problema más estudiado en la literatura sobre brecha digital en sus orígenes (Di Maggio, 2003) y bajo este enfoque las políticas se centraron en crear vías para erradicar la brecha de conectividad, buscando llevar medios de transmisión —teléfonos, computadoras y conexiones de Internet— a los centros poblados. Los planes nacionales de conectividad y acceso público implementados recientemente en Argentina mencionados en la sección anterior, priorizan esta primera acepción del concepto de brecha digital. Cuando el enfoque se focaliza en la demanda, en cambio, se tratará de aquellos individuos que tienen fuentes de oferta, pero que encuentran limitaciones económicas o de capacidades que les impiden acceder o hacer un uso pleno de las TIC.

Siguiendo este enfoque, Barrantes (2007) propone una tipología de la pobreza en relación con las tecnologías digitales que tiene en cuenta tres factores determinantes: 1) los recursos económicos o ingresos, 2)  las habilidades cognitivas para el uso de las TIC, y 3) el acceso físico a las mismas, entendido como oferta existente.

La condición de pobreza digital varía en función de cuatro variables: la edad, el nivel educativo, la disponibilidad de infraestructura y los usos que se le da a las tecnologías.

A mayor edad, existen mayores probabilidades de que una persona sea un pobre digital. A mayor nivel educativo, existen menores probabilidades de pobreza digital. La disponibilidad de infraestructura —acceso a radio, televisión, telefonía fija y móvil, televisión, cable, computadora, Internet— favorece una menor pobreza digital. En cuanto a los usos de las tecnologías, mientras más activo sea el usuario mayor será su riqueza digital. Como aclara Barrantes, las fronteras entre estas categorías son porosas. En la práctica, los “pobres digitales extremos” serían aquellos que sólo tienen acceso a radio y televisión y no acceden a telefonía e Internet; los “pobres digitales”, quienes tienen acceso a radio, televisión y telefonía fija o móvil, pero no acceden a Internet; los “conectados” son aquellos que poseen servicio de telefonía y acceden a Internet, pero sólo usan el correo electrónico, chat o buscan información; los “ricos digitales”, quienes además hacen un uso activo de Internet  compran y/o venden, publican o difunden información, usan los servicios gubernamentales o hacen trámites en la web (Barrantes, 2007).

A partir de las categorías propuestas por la autora, podemos señalar que en la población del barrio La Juanita de Gregorio Laferrere se verifica una gran extensión de la pobreza digital y también de situaciones de pobreza digital extrema, especialmente en las zonas más periféricas. En esta población, sólo una pequeña minoría corresponde a personas conectadas, y prácticamente no hay allí ricos digitales.

A partir de esta conceptualización, cada CAPT atendería distintos aspectos de las diferencias sociales que generan el acceso y uso a las TIC. En el caso del cibercafé, como ya fue señalado en la sección anterior, se atiende a la dimensión fundamental del acceso, la brecha digital de primer orden. Pero los pobres digitales no encuentran en estos centros el apoyo que sí reciben en el MTD y en el CEA para suplir las debilidades en materia de los usos y aplicaciones de las herramientas informáticas y de la información online.

Para los propios referentes del MTD, el área de computación es “el emprendimiento con mayor fuerza y futuro”. Según su encargado, se ha logrado establecer un círculo virtuoso ya que allí se brinda capacitación para que los y las jóvenes aprendan a operar y reparar PC, se ha construido un taller dedicado a reciclar computadoras viejas donadas por personas y empresas, se cuenta con el acceso indispensable a Internet para llevar a cabo estas tareas y, finalmente, los equipos reciclados se donan a instituciones comunitarias y escuelas y se venden a precio popular para los vecinos del barrio. El encargado del proyecto resume así el objetivo “queremos digitalizar todo el barrio”. Asimismo, mientras la sala de computación no esté en uso para los cursos, las personas del barrio pueden utilizar las computadoras con conexión a Internet de forma gratuita.

La gran mayoría de los usuarios y alumnos son personas jóvenes de entre 17 y 30 años de edad. Varios de los primeros en realizar los cursos de operador y reparador se desempeñan actualmente como profesores de los mismos. Cabe destacar que son los cursos de capacitación los que mayor atracción generan. De lunes a sábado y en distintas franjas horarias, se dictan alrededor de ocho cursos semanales —cinco de operador de PC y tres de reparación—. Si bien la concurrencia es dispar, en promedio asisten a cada uno de ellos unas seis personas.

En este marco, uno de los aspectos diferenciales y de mayor significación que presenta la experiencia del MTD es su fuerte orientación social y educativa. Los cursos de capacitación que ofrece la Cooperativa satisfacen una demanda que el mercado excluye y que la escuela ya no puede abarcar o lo hace deficientemente. Por una parte, en el MTD se evidencia una clara orientación acerca del “para qué” usar las TIC. Mientras se incentivan usos instrumentales y comunicacionales, los juegos no están permitidos. Asimismo, como regla general, ningún menor puede estar en la sala sin la presencia de un encargado adulto. Por otra parte, el movimiento cumple con aquella función socioeducativa con una impronta particular. En las entrevistas a los alumnos de los cursos de computación, encontramos reiteradas referencias al clima y el ambiente ameno y confortable de interacción que se genera en la sala de informática con los encargados de dictar las clases. Este entorno amigable y distendido posibilita que los usuarios sin conocimientos previos de computación puedan superar sus miedos iniciales en forma más natural y rápida, factor que aparece generalmente como una barrera difícil de quebrar para este tipo de usuarios y que, en muchos casos, limita su vinculación con las TIC. Sobre este punto, el rol que desempeñan los profesores y encargados de la sala de informática es muy importante. Su marcado sentido social de la actividad que desempeñan determina en ellos una mayor predisposición a colaborar y ayudar a las personas con menos habilidades informáticas.

M: Lo que pasa es que acá, para mí, es más tranquilo…

A: Está el profesor que le podemos decir: “¿Y ahora qué hacemos?”, en cambio en un ciber no te da bolilla nadie. (Marta y Ángela, 34 y 36 años, usuarias del MTD).

Por otra parte, es habitual que los encargados motiven a los usuarios a capacitarse y educarse, incidiendo sobre su autoestima y reforzando los objetivos que estos pretenden cumplir con los cursos. Esto ha generado que muchos alumnos ganen confianza para retomar o comenzar sus estudios formales, así como ha redundado en mayores sentimientos de seguridad para buscar trabajo, especialmente entre quienes se perciben como mejor preparados o capacitados para insertarse en el mercado laboral o acceder a empleos más calificados.

Acá te incentivan a estudiar, a trabajar… quieren que tengamos algo en nuestras vidas…nos hacen soñar y cumplen nuestros sueños... y ahí me sentí otra cosa, como que podía (Valeria, 35 años, usuaria del MTD).

Te dan la herramienta para que vos después no te quedes con lo que aprendiste acá, te dan la herramienta para seguir vos investigando (…) Te lleva a abrirte y te lleva a algún punto en que vos querés. A mí el día de mañana me gustaría trabajar de esto o vivir de esto. (Joaquín, 21 años, usuario del MTD, trabaja en el Taller de reciclado).

En este sentido, la adquisición de habilidades informáticas, sumada a la motivación infundida por el entorno proactivo que se genera en este espacio comunitario, parecen incidir fuertemente en las expectativas de los usuarios noveles, potenciándolas.

El Centro de Enseñanza y Acceso a la Informática (CEA) impulsado por el Estado Nacional y gestionado por la Asociación Civil Cirujas, una organización comunitaria radicada en González Catán, Partido de La Matanza, también cumple claramente con el objetivo de capacitación. A mediados del año 2010, la organización institucionalizó una nueva función con su incorporación como el Centro de Enseñanza y Acceso Informático (CEA) N° 157, en el marco del Programa MiPC.10 Se trata de un programa promovido por el Ministerio de Producción del Estado Nacional y el PNUD tendiente a lograr la inclusión digital de sectores de bajos recursos a través del fortalecimiento de organizaciones territoriales a las cuales se les provee los recursos necesarios para instalar un Telecentro comunitario. Además de equipamiento de última generación, el Programa otorga fondos para la adecuación de las instalaciones, la capacitación de los operadores que designe la organización y el acceso a Internet durante un año. Como contraparte, la organización debe acondicionar el espacio, cumplir ciertos estándares de servicio, ofrecer capacitación a la población y garantizar el funcionamiento del CEA por lo menos durante tres años, pudiendo para ello cobrar tarifas sociales a los usuarios.

Allí se ofrecen cursos de capacitación en computación, articulando entre sus objetivos la inclusión digital y la inserción laboral. Las actividades que se desarrollan en el CEA son netamente de enseñanza. Las clases están previstas en horarios pautados, aunque prima la informalidad en su concreción. El método de enseñanza pautado en estos talleres se acerca a los parámetros previstos para la situación educativa tradicional y formal. Respecto del programa a seguir, prevé un conocimiento amplio de las funcionalidades de la PC, desde el hardware y llegando a impartir elementos de diseño pasando por el manejo de procesador de texto, planilla de cálculo y herramientas básicas de Internet.

En cuanto al perfil de los usuarios del CEA, nos encontramos con una gran predominancia de mujeres que se distribuyen casi por igual entre adolescentes de 15 a 19 años, jóvenes de 20 a 30 años, y jóvenes-adultas de 30 a 40 años. Sin embargo, también concurren jóvenes y adultos varones, quienes son netamente minoritarios y se circunscriben casi exclusivamente a aquellos miembros de la Asociación incluidos en el mencionado programa de microcréditos. El acercamiento femenino, entra en total consonancia con la cúpula de mujeres que dirige la conducción de la Asociación Civil Cirujas. Por lo tanto, podría decirse que este CEA es un espacio de formación femenino.

El clima distendido hace que la comodidad de los usuarios se traduzca en buen rendimiento y entendimiento con la docente. De este modo, la tranquilidad ofrece un ámbito propicio para enfrentar los miedos e incertidumbres que las TIC generan entre los sectores populares:

E: ¿Y por qué te acercaste?

L: Porque quería aprender computación, me es muy útil para todo.

E: ¿En que le verías utilidad?

L: Que el tramite que quiero hacer, sea en el banco, sea en el jardín del nene, todo lo puedo hacer por Internet, todo por Internet; entonces era, o yo me acercaba a ella… (Risas), y como ella me atacaba, entonces decidí enfrentarla.(Entrevista a Liliana, 32 años, usuaria del CEA).

Como también acontece en el MTD, el CEA surge como proyecto educativo enmarcado en un proyecto social que apunta a la transformación social. Esa es la base sobre la que actúan los docentes, que a su vez ven envueltos sus propios intereses sociales en esta actividad. Sus objetivos trascienden el marco explicativo y de enseñanza, contemplando así de forma diferente al asistente pues existe una intencionalidad de incorporación de los usuarios como miembros activos de otro tipo de actividades que también se desarrollan en ese espacio público. A su vez los asistentes, que parten del conocimiento de esa filiación política, coinciden y valoran la intención de establecer otro tipo de vínculos entre sí. Docentes y alumnos abogan y defienden ese espacio de confianza y reconstrucción del auto-estima:

Siempre se aprende algo nuevo; yo quiero aprender para ver si puedo trabajar. Por eso me estoy poniendo las pilas con esto, a ver si empiezo y termino y puedo superarme con esto, porque siempre me quedo a mitad de camino (Isabel, 31 años, usuaria del CEA).

Retomando las discusiones sobre pobreza digital (Barrantes, 2007), podríamos concluir este apartado señalando que los cibercafés lidian con el problema de la oferta de conexión, mientras que los espacios estatal y comunitario se dirigen al problema de la demanda, es decir, a la falta de habilidades y capitales informacionales. En estos últimos, se observa que acuden personas que nunca han tenido contacto con la computadora y que en principio no tienen razones inmediatas para incorporarla a sus vidas cotidianas. La diferencia entre los objetivos pedagógicos de los espacios estatal y comunitario, en contraste con los usos múltiples que permite el cibercafé, tiene un correlato en el tipo de actividades que desarrollan allí los asistentes. Pero esto será cuestión de la próxima sección.

 

3. Los diversos y sinuosos caminos de la apropiación juvenil

Luego de analizar, en primer lugar, las condiciones del acceso/la oferta en las que se sitúan los jóvenes de sectores populares y, en segundo lugar, los mecanismos de adquisición y acumulación de capital educativo e informacional desarrollados en cada uno de los PAV para revertir la llamada “pobreza digital”, debemos situarnos ahora en los usos que estos sujetos otorgan a las TIC en dichos espacios, así como en los sentidos adquiridos por estas prácticas en su vida cotidiana. Es decir, mientras en la primera sección nos ocupamos de conocer con qué tipo de acceso potencial cuentan los jóvenes de sectores populares —cuestión que hace a la llamada brecha digital de primer orden— y en la segunda sección pusimos la atención en el cómo logran efectivamente actualizar ese acceso —la llamada brecha digital de segundo orden tenida en cuenta por el concepto de pobreza digital—, ahora debemos analizar para qué ellos utilizan las TIC.

Se trata de una tercera dimensión relativa a la calidad y significado de los usos —generalmente desatendida por los enfoques que responden a las nociones tanto de brecha como de pobreza digital—. Si bien es indispensable conocer las posibilidades de acceso que ofrece el entorno, así como los recursos y capacidades con los que cuentan los sujetos, aquellos conceptos resultan insuficientes por cuanto no abarcan las necesidades sociales y subjetivas que, de manera diferencial, motivan el acceso a las TIC de los distintos grupos y sectores sociales. Cuestión imprescindible para comprender sus prácticas tecnológicas, ya que el sentido de éstas se inscribe dentro de una trama global de prácticas y representaciones más generales. Es decir, no se puede valorar la calidad de los usos de las TIC circunscribiéndose únicamente a la habilidad técnica del usuario en su relación con la máquina y desconociendo el significado que dichos usos adquieren en la vida cotidiana de los sujetos. En cambio, el concepto de apropiación resulta clave para comprender la nueva dimensión ya que, al tener en cuenta la perspectiva de los propios actores, logra conjugar necesidades, propósitos, habilidades, logros, expectativas y ansiedades que, depositadas en las TIC, traccionan las prácticas tecnológicas que aquellos desarrollan. Por apropiación nos referimos a un proceso material y simbólico de interpretación y dotación de sentido respecto a un determinado artefacto cultural por parte de un grupo social, enfatizando la capacidad de los sujetos para volverlas significativas de acuerdo a sus propios propósitos. Esta significación no se hace desde la nada. Los individuos parten de asunciones y expectativas cuyo origen es social e histórico. Se trata de supuestos compartidos por un grupo con trayectorias similares. Por lo tanto, la interpretación es siempre un proceso hermenéutico relacional que implica una socialización con otros (Thompson, 1998: 62). Es decir, una experiencia construida social, histórica y biográficamente, siendo, al mismo tiempo, diferenciada de acuerdo a la clase social, al género, a la pertenencia generacional y a la biografía personal. Lo cual significa que los artefactos culturales son apropiados en la medida en que resultan ser socialmente significativos para el grupo social en términos de su universo simbólico particular, es decir, de acuerdo a las necesidades subjetivas de ese grupo (Winocur, 2007).

En nuestro trabajo definimos el concepto de apropiación tecnológica aludiendo a los procesos de interpretación y dotación de sentido implicados en las prácticas y representaciones que distintos actores construyen en torno a las Tecnologías de Información y Comunicación. Desde esta perspectiva, el uso de una tecnología como Internet no es la relación con un objeto, sino con el universo de representaciones culturales con las cuales esa tecnología se articula en la vida de las familias de los sectores populares. “Internet es un objeto que se apropia en un universo relacional donde otros objetos, espacios y prácticas lo ‘resignifican’. (…) Lo que ocurre con Internet está en relación tanto con el uso del objeto como con los significados con los cuales se representa. Usar Internet es a la vez una operación práctica e interpretativa” (Cabrera, 2001: 42). Los relatos de los jóvenes de sectores populares, en tanto estructuras narrativas que organizan sentidos, son una puerta de entrada a estas representaciones culturales. Si Internet es una “estructura comunicativa-cultural” (Cabrera, op.cit.) que tiene la capacidad de reorganizar las experiencias, las prácticas y las simbologías de conocimiento, información e interacción social; entonces el capital cultural acumulado por los jóvenes actúa en forma dialógica con la Red, dotándola de sentido. De ese modo, la reconstrucción de los relatos de los jóvenes permite acceder a los significados construidos por los sujetos en su relación con la Red.  Ello supone que las representaciones sociales organizan el universo de sentido de los jóvenes en forma narrativa y están disponibles a través de sus relatos.

La intersección entre TIC y juventud ha propiciado posicionamientos extremos. Los discursos académicos, en este sentido, nada más retomaron las posturas encontradas en las sociedades que los contienen. De un lado, se ubicaron quienes concebían la relación jóvenes – TICs como generador y portador de características negativas para el desarrollo de sus vidas. Algunos argumentos son, por ejemplo, discursos asociados a la adicción, el aislamiento, la accesibilidad inmediata a contenidos perversos e incitación a la violencia (Gil, 2003). Por otro lado, muchos autores justamente prestan mayor atención al tema de los vínculos y el contexto familiar frente a la expansión de las tecnologías. Podemos mencionar el cambio de percepciones en las relaciones a partir de la ampliación de la disponibilidad y del sentido con que se establecen comunicaciones virtuales (Winocur, 2003). Al interior de las familias, los vínculos entre jóvenes y adultos también se ve modificados por la introducción de estas tecnologías, principalmente ligadas al intento de control. Si bien muchos científicos sociales marcaron la diferencia, la brecha, en los usos de un grupo generacional a otro, gran parte de la literatura abocada al tema ha omitido la comparación entre los mismos (Balardini, 2002; Choque, 2009). El recorrido teórico ha cambiado su percepción sobre la juventud en relación a las TIC en estos últimos años. De ser víctimas pasivas de un sistema que los subsumía y ser vistos como un todo homogéneo (Bonder, 2008), los jóvenes pasaron a constituirse en su individualidad y contextualización socio-económica, como agentes activos que emplean estrategias concretas con estos dispositivos tecnológicos (Finquelevich, 2002). Gil (2003) plantean que en los espacios de acceso colectivo a Internet —como los cibercafés— se producen nuevos elementos simbólicos vinculados con una intencionalidad de reacción o resistencia.

Bajo este prisma deben analizarse los datos surgidos de nuestra investigación. En primer lugar, hemos encontrado que las prácticas tecnológicas principales desarrolladas por los jóvenes en los distintos espacios de acceso público están signadas por su valor comunicacional. La mayoría de los usos y del tiempo dedicados a ellos, giran en torno a las funciones comunicacionales habilitadas por las distintas plataformas y programas informáticos como el chat, el Messenger, el Facebook, los juegos online, el Fotoblog y, en menor medida, el correo electrónico. Los entrevistados perciben que, de manera sostenida, los contactos mediados por computadora van ganando cada vez más espacio dentro de sus vidas, simultáneamente a la adopción de estos medios por parte de familiares y amigos produce el llamado “efecto contagio”. Visto claramente en el siguiente diálogo entre dos usuarias del MTD:

Entrevistador – ¿La incentivaste vos Marta a que tenga Facebook?

Marta – Sí, sí. Si no la saco… se me queda ahí. Le cuento a ella, yo tengo Face y tengo un montón de amigos… unas chicas que encontramos el otro día de casualidad, las busqué y eran amigas mías…

Ángela – Y yo  entonces pensé “pero está bueno. Para comunicarse está buenísimo.” (Entrevista a Marta y Ángela, 34 y 36 años, usuarias del MTD).

De este modo, las nuevas tecnologías se incorporan a la vida cotidiana de los jóvenes como un medio adicional —pero cada vez más importante— de comunicación con familiares y amigos. Tanto los programas de mensajería instantánea, como el Facebook y los juegos online son utilizados sobre todo como un medio de comunicación que a veces suple y otras veces se complementa con los teléfonos celulares. El menor costo y la capacidad de estar disponible durante mayor parte del tiempo vuelcan las preferencias de la telefonía hacia los medios electrónicos.

Esta tendencia se manifiesta fuertemente en aquellos jóvenes inmigrantes de países vecinos para quienes la comunicación electrónica se ha tornado una necesidad vital. Es decir, es por su condición de inmigrantes que las TIC les hacen sentido y les resultan socialmente indispensables.

– ¿Para que usás Internet además del trabajo?

– Para comunicarme con mi familia.

– ¿Qué usás?

– El Messenger.

– ¿Te comunicás con Bolivia?

– Sí, videoconferencias. Ahora justamente voy a comprar un micrófono… (Risas) Porque es más económico hacer una videoconferencia que hablar por teléfono.

– ¿Cambió en algo la comunicación con tus familiares desde que tenés Internet?

– Mucho, por ejemplo, llamar a Bolivia te sale como $0,75 el minuto, entonces tengo unos cinco minutos para hablar con toda la familia. Pero yo por ejemplo cuando estoy en contacto… ¡ah! Mi hermano vino acá y yo le enseñé. Entonces él se fue y como ahora sabe se pone en contacto y me comunica con mi mamá y con mi hija y con todos ellos hablo, estoy dos horas, entonces no me sale muy caro. Claro que se facilita bastante. Antes sólo podías decir, “¿Cómo estás?”, “Si, estoy bien, ¿Vos?”, “Si, estoy bien”, casi nada. Ahora sí le puedo contar más cosas, les puedo mostrar fotos. Se puede hablar más todo, todo. (Entrevista con Freddy, 31 años, usuario y profesor del MTD).

Es a partir de la necesidad de “estar conectados” que las prácticas tecnológicas cobran significado en la vida de los jóvenes de sectores populares. La mayoría de los entrevistados señalan que han generado nuevas amistades a través de Internet y curiosamente uno de los mecanismos más frecuentes son los juegos online que permiten dialogar en tiempo real con jugadores remotos. Se trata de amistades de nuevo tipo, no necesariamente basadas en encuentros cara a cara —aunque en varias ocasiones los contactos mediados electrónicamente devienen en encuentros presenciales— que les permiten a los jóvenes trascender los límites geográficos del barrio en el que viven. De allí el valor que se les da a estos contactos y la percepción generalizada de que muchos de esos se perderían en el caso de no poder acceder a Internet.

E: ¿Qué tan importante te parece que es la computadora para comunicarte con tus amigos?

J: Es una forma de hablarse y de poder comunicarse con la gente; de poder expresar otras cosas, que capaz si sos tímido y tenés vergüenza de hablar, podes hablar por chat.

E: ¿Hay cosas que vos crees que personalmente no las dirías?

J: Claro,  si vas a encarar una piba, ya está le hablas por chat y ganás confianza.

E: ¿Y pensás que si no tuvieras la computadora, perderías contacto con alguna gente?

J: Sí.

E: ¿Con quienes por ejemplo?

J: Con  compañeros de colegio que viven lejos, o gente que conozco que vive en otras partes, no tendría forma de hablar (Entrevista a Jonathan , 17 años, usuario del Cibercafé).

E: ¿Te parece que está bueno conocer gente por Internet?

L: Para mí sí. Aprendés otras cosas, otra cultura, por así decirlo. Está bueno, yo he conocido mucha gente así, con la cual me llevo re bien, viene a veces a mi casa, o nos juntamos en la casa de uno, está bien, depende con quien y como uno quiera jugar también.

E: ¿Y crees que perderías contacto con algunos de ellos si no tuvieras acceso al ciber, a Internet?

L: Y si, con alguno sí, pero igual creo que el ciber siempre va a existir, pero si dejaría de existir así, si, perdería bastante. Sí, con amistades, que por más que no los conozca físicamente, así, están de hace años, y bueno, sí, los perdería, porque si es larga distancia o de otro país, a través del teléfono es muy complicado hablar. No, no, para mí la computadora es algo esencial. Bah, para mí, no digo que es algo que sea si o si necesario, pero es algo que si te saca a veces, de muchos apuros. Está bueno. (Entrevista a Laura, 27 años, usuaria del MTD).

Es en el marco de esta valoración de las potencialidades comunicacionales donde se encuentra una de las principales motivaciones de los usuarios para acceder a las TIC.

E: ¿Cuáles son las cosas que más te interesan de la computadora?

S: Conocer gente nueva, puedo conocer un montón de gente, así, más amigos y otra que me sirve, para un trabajo, un día de estos, lo que estoy aprendiendo acá me va a servir. (Entrevista a Santiago, 19 años, usuario del Cibercafé).

E: ¿Qué pensás que es lo mejor de la computadora y de Internet?

L: La información, cómo te comunicas con otras personas también, conocer a otras personas, otros lugares a través de la computadora (Liliana, 32 años, usuario del CEA).

E: ¿Y qué es lo mejor de la computadora y de Internet para vos?

Eugenia: El hecho de que uno no queda desconectado del mundo, que no se queda afuera de la tecnología, de los avances que hay en el mundo (Entrevista a Eugenia, 39 años, usuaria del MTD).

Más allá de los matices, lo interesante es que algunas veces la incorporación “obligada” de las TIC con fines comunicacionales y para no perder los contactos, despierta nuevos intereses motivando aprendizajes y usos diversos. En el siguiente ejemplo, Delia, de origen boliviano, cuenta cómo fue llevada a aprender a usar distintas aplicaciones en Internet incitada y ayudada por su amigo:

Tenía a mi colega que me enseñó. Él me dio mi correo, y ahí aprendí a la fuerza, porque él me decía “sí o sí a tal hora vamos a chatear”. Entonces sí, o sí, yo tenía que intentar entrar, entonces así aprendí. Y ahora lo que quiero es imprimir, entrar a Internet, todo eso quiero aprender. Como también verme con fotos, porque yo no sabía todo eso. (Delia, 25 años, MTD La Juanita).

Como se puede apreciar a lo largo de los distintos textos de los entrevistados, la amistad juega un rol fundamental en la incorporación y apropiación de las TIC por parte de los jóvenes: son los amigos los que inducen el acceso originario, son ellos los que brindan ayuda y socializan los conocimientos con sus pares. Los principales usos otorgados a las TIC están dedicados a la comunicación con amigos y la generación de nuevas amistades. El peso que ocupa la amistad en la vida cotidiana de los jóvenes es, indudablemente, una parte constitutiva de su ciclo vital y es desde ese lugar donde las TIC cobran sentido.

A modo de síntesis, se puede afirmar que en el MTD la orientación laboral del taller de reparación de PC induce usos singulares de Internet vinculados a la búsqueda de información, a bajar programas y a utilizarlos con fines de capacitación, entretenimiento e informativos. Como resultados de los cursos y del taller, el interés ya no está en la tecnología como un medio en sí mismo, sino que se vislumbra como un medio para un fin —la inserción en el mercado laboral y la generación de contactos significativos para el trabajo y la educación—.

En el caso del CEA, los usuarios traen consigo la trayectoria de la militancia e intereses, y gracias al aprendizaje encuentran en la PC e Internet una herramienta de información alternativa y de construcción de pensamiento crítico a partir de los desafíos que plantea la tecnología para algunos. A diferencia del MTD, aparecieron con más frecuencia los usos vinculados a la participación pública, pero al igual que en aquel espacio estas prácticas consisten casi exclusivamente en la búsqueda de información. Es además un espacio “amigable” para las mujeres, que lo resignifican como un tiempo propio, de independencia respecto a los roles asignados dentro de la familia y como un motivo para salir del hogar.

En el Cibercafé los usos laborales e instrumentales si bien no son poco importantes para los usuarios, tampoco son el principal motivo para la concurrencia a estos espacios. Aparece como un espacio de encuentro y contención social, que los saca de la soledad de sus hogares o de situaciones de calle, aún cuando no proporcionen el mismo nivel de apoyo ni de mentores que sí aparecen en los otros dos espacios. Los jóvenes perciben en él un espacio de cierta libertad en relación al mundo de los adultos, así como a las oportunidades de socialización virtual y comunicación. Juegos online, redes sociales y conocer nuevos amigos o mantenerlos son las actividades más significativas para esta población.

 

4. Reflexiones finales

En este trabajo hemos abordado el cruce entre TIC, Juventud y Sectores populares a partir de la problematización de tres conceptos fundamentales como el de brecha digital, pobreza digital y apropiación. Con base en ello, hemos detectado que cada uno de los CAPT seleccionados contribuye de manera diferencial a la superación de las brechas de primer orden —el Cibercafé— y segundo orden —el MTD y el CEA—. Asimismo, en cuanto a los usos y fines de las TIC, encontramos que los procesos de apropiación juvenil muestran similitudes y diferencias entre los distintos espacios.

En el Cibercafé predominan los usos no instrumentales —entretenimiento y comunicación online, pero en el MTD y el CEA los jóvenes están fuertemente orientados a los usos instrumentales  —cabe recordar que los juegos están explícitamente restringidos en estos dos espacios—. Cuestión que influye directamente sobre los efectos del uso de las TIC en cada espacio. Los mayores resultados en el Cibercafé están asociados a la sociabilidad —espacio de encuentro con amistades existentes y generación de nuevos contactos—, mientras que en los espacios comunitarios los efectos más notorios aluden a una potenciación de expectativas y a un aumento de confianza y autoestima entre los usuarios en términos de educación y empleo.

Una de las distinciones más importantes que se desprende del trabajo es que resulta fundamental diferenciar el acceso desde el punto de vista de la oportunidad que tienen estos jóvenes con sus elecciones a la hora de optar por un centro compartido de Internet, así como a la hora de utilizar las distintas aplicaciones que proporciona Internet. Mientras que los recursos habilitan un potencial acceso, son la demanda —entendida no sólo en su concepción económico/a sino también como necesidad atribuida por estas nuevas generaciones a la experiencia comunicativa que proporciona Internet— y el sentido de pertenencia al lugar, los factores desde donde aquel acceso cobra un forma particular que lo hace verdaderamente efectivo. En esta dirección, los valores fundacionales de los tres espacios de acceso público generan distintas experiencias de uso y apropiación. Si bien todos cumplen con el propósito básico de acortar las distancias de la brecha digital, cada uno de ellos impacta de manera particular en los usuarios según su misión organizacional.

Finalmente, cabe una reflexión respecto al peso de la variable generacional en la experiencia de las juventudes populares con las TIC. La edad aparece como un factor determinante para caracterizar la experiencia del acceso y uso de estos jóvenes. Llama la atención cómo varios de ellos, a pesar del contexto de carencias económicas, utilizan una amplia diversidad de aplicaciones. De todos modos, la evidencia empírica demuestra que el uso público es menor en intensidad, frecuencia y diversidad respecto al uso hogareño. Es por eso que debemos alertar acerca de la extrapolación automática de la metáfora “nativos digitales” para explicar las brechas generacionales en contextos locales. En el caso de los sectores populares, no todos los jóvenes, por el mero hecho de serlo, viven y se apropian de las TIC con la misma naturalidad que sus pares de otros sectores sociales. Contextos diferentes, antecedentes y biografías distintas, perfiles socioculturales diversos, distribución desigual de capitales, condicionan los procesos de apropiación de las TIC. Mientras que entre jóvenes de sectores socioeconómicos altos y medios la incorporación de las TIC se desenvuelve con naturalidad y de manera individual en el hogar, la escuela, la universidad y el trabajo; el procesamiento de los temores y ansiedades que las TIC generan entre los sectores populares recae mayoritariamente en espacios/tiempo colectivos.

 

Notas

* Sebastián Benítez Larghi. Conicet / UNLP / Calle 48 e/ 6 y 7. Piso 8, La Plata, Buenos Aires, Argentina; Tel. 54 221 4240125 [ Esta dirección electrónica esta protegida contra spambots. Es necesario activar Javascript para visualizarla ]
Carolina Aguerre. Conicet/UdeSA
Marina Calamari. UdeSA
Ariel Fontecoba. Conicet/UNLP
Marina Moguillansky. Conicet/UNSAM
Jimena Ponce de León. UBA

1 Este trabajo ha sido llevado adelante con la ayuda del Programa de Becas Amy Mahan para Evaluar el Impacto del Acceso Público a las TIC financiado por International
 Development
Research
 Centre
 (IDRC),
 Ottawa,
Canadá, administrado por la Universitat Pompeu Fabbra (UPF), Barcelona, España, y el asesoramiento técnico de la UPF y de Dr. Hernán Galperín.

2 http://europa.eu/legislation_summaries/information_society/l24190c_es.htm

3 Dado el carácter exploratorio de nuestra investigación y teniendo en cuenta que buscamos comprender los significados depositados en los espacios de acceso público a las TIC por parte de jóvenes de sectores populares, adoptamos una estrategia metodológica predominantemente cualitativa tendiente a recuperar la perspectiva y la voz de los actores. Como primera aproximación al campo de estudio, efectuamos una observación no participante detallada de los emplazamientos y el contexto adyacente al tiempo en que realizamos entrevistas semi-estructuradas con los encargados y referentes de cada uno de los espacios. Luego, llevamos adelante 40 entrevistas semi-estructuradas con jóvenes usuarios y no usuarios de los espacios, comprendiendo varones y mujeres de entre 15 y 39 años de edad. Simultáneamente, realizamos un focus Group en cada uno de los espacios. El trabajo de campo fue realizado entre mayo 2010 y febrero 2011.

4 Fuente: INDEC http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuadros/74/grafpobreza2.xls

5 Datos oficiales disponibles en: http://www.indec.mecon.ar/principal.asp; http://www.argentina.ar/_es/economia-y-negocios/C6651-el-empleo-juvenil-crecio-86-por-ciento.php

6 Fuente: http://alainet.org/active/38978&lang=es

7Al momento del relevamiento de la Encuesta Anual de Hogares del 2008 (octubre-noviembre) no asistía a la enseñanza y era inactivo —no trabajaba ni buscaba— el 3.8% de los jóvenes de entre 13 y 19 años; si se agregan a los activos pero desocupados, el valor asciende al 5.4%. Fuente: http://www.estadistica.buenosaires.gov.ar/areas/hacienda/sis_estadistico/

8 Fuente:  http://www.hcdiputados-ba.gov.ar/osl/actividades%5Cencuentros_descentralizados%5C3%20seccion%5Cmidde%
5COSL_Midde%20local_La%20Matanza%20v2.pdf

9 Según los hallazgos del trabajo de campo, la penetración de las computadoras en los hogares parece ser bastante mayor. De los entrevistados, la mitad manifiesta tener computadora en su casa. Esto guarda relación con el aumento considerable de las conexiones de banda ancha en la provincia de Buenos Aires que aumentó un 16.4% entre diciembre de 2009 y diciembre de 2010. Fuente: http://www.indec.mecon.ar/nuevaweb/cuadros/14/internet_03_11.pdf

10 Programa impulsado desde el Ministerio de Producción, con el objetivo de reducir la brecha digital entre los argentinos. Las dos líneas de acción para lograrlo son el auspicio para el equipamiento computacional, así como la generación e implementación de Centros de Enseñanza y Acceso Informático (CEA) gestionados por organizaciones sociales.

 

Referencias

Balardini, S. (2002), Jóvenes, tecnología, participación y consumo, Buenos Aires, Proyecto Juventud.

Barrantes, R. (2007), Análisis de la demanda por TICs ¿Qué es y cómo medir la pobreza digital?, Lima, DIRSI.

Bonder, G. (2008), “Juventud, Género & TIC: imaginarios en la construcción de la sociedad de la información en América Latina” en: Arbor - ciencia, pensamiento y cultura, CLXXXIV 733, Madrid.

Bouille, J. (2008), “Cibercafés o la nueva esquina. Usos y apropiaciones de Internet en jóvenes de sectores populares urbanos” en Urresti (comp.): Ciberculturas Juveniles: los jóvenes sus prácticas y sus representaciones en la era de Internet, Buenos Aires, La Crujía.

Cabrera, J. (2001),  “Náufragos y navegantes en territorios hipermediales: experiencias psicosociales y prácticas culturales en la apropiación del Internet en jóvenes escolares”, en Bonilla y Cliche (ed.) Internet y Sociedad en América Latina y el Caribe, Quito, FLACSO Ecuador/IDRC.

Castells, M. (2009), Comunicación y Poder, Madrid, Alianza.

Castells, M. (2004), “La brecha educativa es la decisiva en la sociedad de la información”, entrevista realizada por Araceli Caballero García, en Cuadernos Internacionales de Tecnología para el Desarrollo Humano, No. 2, Madrid.

Castells, M. (1995), La ciudad informacional. Tecnologías de la Información, reestructuración económica y el proceso urbano-regional, Madrid, Alianza.

Choque Aldana, M. (2009), “Avatares de la brecha digital. Desigualdades en el acceso y uso de nuevas tecnologías en la juventud de Cochabamba”, en Mediaciones Sociales, N° 5, II semestre 2009,  Madrid.

Di Maggio y Hargittai (2001), From the “Digital Divide” to “Digital Inequality”: Studying Internet Use As Penetration Increases, New Jersey, Princeton University.

Di Maggio et al. (2003), From Unequal Access to Differentiated Use: A Literature Review and Agenda for Research on Digital Inequality, Report prepared for the Russell Sage Foundation, New York.

Finquelievich, S. (2002), "La informática y los jóvenes: redes sociales de inserción, acción y contención" en Simposio Latinoamericano y del Caribe: La Informática y los Jóvenes, La Habana.

Finquelievich, S. y Prince, A. (2007), El (involuntario) rol social de los cibercafés. Disponible en:http://www.oei.es/tic/rolcibercafes.pdf

Galperín, H. y Mariscal, J. (Eds.). (2007), Digital Poverty: Perspectives from Latin America and the Caribbean, Ottawa, IDRC.

Gil, A.; Feliu, J.; Rivero, I.; Gil, E. (2003), ¿Nuevas tecnologías de la información y la comunicación o nuevas tecnologías de relación? Niños, jóvenes y cultura digital, Cataluña, UOC.


[http://www.uoc.edu/dt/20347/index.html
] Fecha de consulta: 05/03/10.

Lago Martínez, S., Marotias, A., Marotias, L. y Movia, G. (2006), Internet y lucha política. Los movimientos sociales en la red, Buenos Aires, Capital Intelectual.

Morduchowicz, R. (2008), La generación multimedia, Buenos Aires, Paidós.

Piscitelli, A. (2005), Inmigrantes digitales vs. nativos digitales. Disponible en: www.educ.ar

Prensky, M. (2001), “Digital Natives, Digital Immigrants” en On the Horizon, Vol.9, N. 5, Phoenix, NBC University Press.

Sen, A. (2000), Desarrollo y libertad, Buenos Aires, Planeta.

Sistema Nacional de Consumos Culturales. (2008) Informe N° 4/Marzo 2008, Buenos Aires.

Urresti, M. (2008),Ciberculturas juveniles: vida cotidiana, subjetividad y pertenencia entre los jóvenes ante el impacto de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información” en Urresti (Comp.) Ciberculturas Juveniles: los jóvenes sus prácticas y sus representaciones en la era de Internet, Buenos Aires, La Crujía.

Van Dijk, J. (2008), “The Digital Divide in Europe” en The Handbook of Internet Politics, London & New York, Routledge.

Winocur, R. (2007), “La apropiación de la computadora e Internet en los sectores populares urbanos” en Revista Versión, N° 19, Ciudad de México.

 

 

Artículos relacionados

Convocatorias abiertas

convocatorias

Versión Académica N° 35
El Humor y los medios masivos
y
Versión Media No. 35
El humor en la sociedad digital

De interés

VersionRadioSubscríbete en un lector

 

culturas contemporáneas

Revista de Estudios sobre las culturas contemporáneas


Iconos

Instituto de Investigación en Comunicación y Cultura


Instituto de Estudios Críticos
17, Instituto de Estudios Críticos

Revista Tramas

Comparte este artículo

Visitantes

Tenemos 19 invitados conectado

Versión, Estudios de Comunicación y Política, año 22, No. 33, Abril de 2014, es una publicación semestral Universidad Autónoma Metropolitana, a través de la Unidad Xochimilco, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Educación y Comunicación, Prolongación Canal de Miramontes 3855, Col. Ex-Hacienda San Juan de Dios, Delegación Tlalpan, C.P. 14387, México, D.F., y Calzada del Hueso 1100, Edificio de Profesores, Primer Piso, Sala 3 (Producción Editorial), Col. Villa Quietud, Delegación Coyoacán, C.P. 04960, México, D.F., Tel. 54837444. Página electrónica de la revista: http://version.xoc.uam.mx y dirección electrónica version@correo.xoc.uam.mx. Editor Responsable: Mtro. Luis Alfredo Razgado Flores. Certificado de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título No. 04-2012-120616373200-203, e ISSN 2007-5758, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Mtro. Marco Diego Vargas Ugalde, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Calzada del Hueso No. 1100 Colonia Villaquietud, Coyoacán. C.P. 04960. México D.F. División de Ciencias Sociales y Humanidades, Departamento de Educación y Comunicación, fecha de última modificación: 11 de junio de 2014. Tamaño del archivo 21 MB.

Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de la Universidad Autónoma Metropolitana