Régimen de pensamiento moderno del arte y régimen de pensamiento del arte en su estado gaseoso
1. Historia continua del arte versus historia discontinua del arte
Tradicionalmente, el arte se ha pensado, según Laurence Le Bouhellec, desde la historia continua del arte. Tal concepción temporal “[…] deriva de un pensar el tiempo en términos de totalización infinita. Es la historia de los grandes fenómenos colectivos que envuelven la entidad colectiva, reflejando un cierto espíritu del tiempo pero sin jamás llegar a una reconversión de su esencia original porque a través de ella se ha ya apostado a una estructura universal”. Dicha formulación temporal ha desembocado en el afianzamiento de las grandes narrativas que encasillan el arte en los discursos de los estilos, de los movimientos, de los géneros y de las escuelas, cuya finalidad es la sobrevaloración de la homogeneidad, la univocidad y la repetitividad o, bien, el análisis de los cambios superficiales de las manifestaciones artísticas.
En contraparte a la historia continua del arte, se halla la historia discontinua del arte. Ésta “[…] no busca identificar la repetitividad de lo mismo a través de un superficial cambio en la envoltura de su manifestación [sensible]. Al contrario se aferra en diagnosticar los puntos de ruptura, de quiebra, de disolución, de colisión, de desaparición […]”. Con base en lo antes planteado por Le Bouhellec, cabe destacar que, a diferencia de la historia continua del arte, la historia discontinua del arte permite pensar los cambios radicales suscitados en el campo de las prácticas artísticas, y más específicamente las últimas reconfiguraciones producidas en el mundo del arte contemporáneo.